La toxina botulínica conocida popularmente como bótox tiene un sinfín de aplicaciones dentro del área de la salud y la estética. Uno de sus usos no tan conocidos pero más efectivos es el bótox para el bruxismo.
Cuando se trata de contracciones inconscientes de la mandíbula, la aplicación de bótox cumple con una función curativa.
Se le conoce como bruxismo al movimiento involuntario de los músculos de la zona de la mandíbula. Pueden surgir en cualquier momento del día, pero son mucho más comunes durante el sueño. Este problema es conocido comúnmente como rechinar los dientes, pero también se asocia con apretar la mandíbula más de lo normal. Se trata, por tanto, de un problema producido en la articulación temporomandibular, especialmente en el músculo masetero, y cuyas causas son múltiples y una de ellas es el estrés o la tensión nerviosa acumulada y que afecta a un 15% de la población.
En caso de no tratarse, el bruxismo puede terminar en molestias crónicas debido a la presión constante del músculo. Y como consecuencia, se pueden producir fuertes cefaleas, insomnio, estrés y ansiedad, así como la alineación inadecuada de la mandíbula.
Para tratar el bruxismo se aplica la toxina botulínica a través de microinyecciones. No requieren recuperación y son totalmente indoloras. Además, tras su aplicación no se necesita utilizar férulas de descarga, por lo que incrementa la comodidad del paciente.
Con la ayuda de la aplicación del bótox, se produce una relajación de los músculos tensos que causan el bruxismo.
La toxina botulínica es una neurotoxina producida por una bacteria y que cuenta con muchos beneficios tanto para la estética como para la salud. Esta sustancia se encarga de relajar la acción muscular, de ahí su uso para evitar las arrugas o reducir síntomas de trastornos neuromusculares.
Como ya hemos dicho, se utiliza a través de pequeñas inyecciones en los músculos de la mandíbula para relajar su tensión y así tratar el bruxismo. Es un procedimiento totalmente ambulatorio y mínimamente invasivo, dejando que el paciente continúe su vida de forma normal tras la sesión.
El bótox para tratar el bruxismo es de las técnicas más efectivas.
Sus efectos comienzan a notarse a los 3 días y su efecto máximo es a los 10-15 días después de su aplicación, y su duración oscila entre los 6 y 9 meses, dependiendo de cada paciente. Tras este período, se recomienda repetir el tratamiento dependiendo de cada caso.
Si tienes problemas de bruxismo, no dudes en ponerte en contacto con nuestros profesionales en Centro Médico Rusiñol, clínica de medicina estética en Madrid, para ponerle fin a tus problemas de bruxismo.
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